UN TIEMPO BRUNO Y UMBRÍO

El pasado uno de diciembre se clausuró en Madrid la exposición Exilio organizada por la Fundación Pablo Iglesias con la colaboración del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. A través de cientos de documentos y fotografías podíamos reconstruir el peregrinaje de miles de españoles a los que la guerra incivil obligó a buscar refugio en otros países y en otros continentes. Fueron aquellos que aún perdiendo la guerra (en realidad todos perdieron) trataron de mantener sus creencias sin hacer jamás del exilio su patria. Aunque la exposición estaba fundamentalmente centrada en el aspecto político, podíamos encontrar tres referencias cinematográficas:

.- Una fotografía de Luis Buñuel donde aparecía en una cena de antiguos residentes, de gachupines, celebrada en México el 1 de diciembre de 1947.

.- Dos claquetas de películas de Buñuel: Subida al cielo (1951) y Nazarín (1958).

.- Y un cartel del exiliado Josep Renau de la película Vértigo dirigida en México en 1945 por el también exiliado Antonio Momplet.

En los últimos años se observa cómo gran cantidad de títulos (cortometrajes, largometrajes, documentales, programas televisivos) desarrollan sus historias en el marco de la guerra civil o en la inmediata posguerra. Sólo entre el 2000 y el 2002 se contabilizan un mínimo de doce títulos: Visionarios de Manuel Gutiérrez Aragón, Los niños de Rusia de Jaime Camino, La guerra cotidiana de Daniel Serra, etc. Películas sobre la guerra civil han existido desde el primer momento de la contienda, en 1936 se rodaban, en ambos bandos, documentales propagandísticos y noticiarios. Incluso ya en 1938 podemos encontrar una película americana Bloqueo de William Diertele con Henry Fonda en el papel del campesino Marcos.

En las próximas líneas expondremos algunos ejemplos de cómo el exilio afectó a aquellos que trabajan entonces en el mundo del cine.

Exilio interior:

Algunos no se marcharon en aquellos barcos de nombres hoy olvidados (Stanbrook, Sinaia, Winnipeg,... ) y sufrieron durante décadas el llamado exilio interior, luchando contra molinos y comulgando a veces con sus ruedas o sencillamente siendo condenados al ostracismo, a la humillación. Cuando hablamos de exilio interior, estamos en gran medida hablando de la censura que sufrieron todos los que no pudieron crear su obra en libertad, de aquellos a los que se les prohibían proyectos (La huida de Berlanga y Bardem), censuraban guiones (Los golfos de Carlos Saura) o manipulaban su obra hasta lo irreconocible (Brillante porvenir de Vicente Aranda y Román Gubern).

Antonio del Amo, que había rodado durante la guerra documentales para el bando republicano, no pudo volver a dirigir hasta 1947 con Cuatro mujeres. Fernando Roldán que había realizado en 1931 Fermín Galán considerada por muchos como la película de la República, rodó durante la guerra varios documentales propagandísticos de enfáticos títulos como Así venceremos o Madrid, sufrido y heroico; tras la contienda no pudo volver a dirigir y fue relegado a funciones asistenciales.

No debemos caer en el error de pensar que el exilio interior sólo existió bajo la dictadura franquista o sólo en España. Buñuel, el Gran Provocador, ya supo de él con sus primeros trabajos cinematográficos, La edad de oro (1930) fue prohibida en Francia durante cincuenta años, al igual que Las Hurdes/Tierra sin pan (1933) sería prohibida en España por el gobierno de la II República, si bien, en aquel momento, gobernaba la coalición conservadora dentro del llamado bienio negro republicano.

De este exilio interior tampoco se librarían aquellos que teóricamente estaban más próximos al régimen, como el falangista Carlos Arévalo que vió prohibida Rojo y negro (1942) o el extraño episodio acontecido con El crucero Baleares de Enrique del Campo (1941), film propagandístico franquista inicialmente apoyado con entusiasmo por las autoridades, aprobado por la censura, y finalmente prohibido pocas horas antes de su estreno.

En la Sección Tiempo de Historia del último Festival de Valladolid se presentó el documental de Chema de la Peña De Salamanca a ninguna parte con entrevistas a una generación de directores y productores que sufrieron el exilio interior. Flagrante fue el caso de Basilio Martín Patino que no pudo estrenar títulos como Canciones para después de una guerra (1971), Queridísimos verdugos (Garrote vil) (1973) y Caudillo (1974) hasta la desaparición del dictador. Patino abre y cierra su filmografía (al menos de momento) con títulos que giran en torno al exilio exterior, presente tanto en su opera prima de 1965 Nueve cartas a Berta como en su última realización Octavia.

Algunos no tuvieron siquiera la oportunidad del exilio, ni interior ni exterior, y fueron asesinados. La actriz Marlene Grey fue fusilada en 1936 por haber participado en el rodaje de Carne de fieras (1936) del anarquista Armand Guerra donde aparecía desnuda dentro de una jaula con leones. Pedro Muñoz Seca, autor teatral de marcada ideología conservadora sería fusilado por los republicanos. La barbarie no entendía de bandos.

Exilio exterior y regreso:

Numerosos directores, actores, guionistas, productores (o que lo serían en el futuro) tuvieron que poner óceanos por medio: Luis Buñuel, Rosita Díaz Gimeno, Carlos Velo, José Díaz Morales, Jaime Salvador, Luis Alcoriza, etc.

Rosita Díaz Gimeno, célebre actriz de la época, estaba rodando en Córdoba El genio alegre de Fernando Delgado y fue detenida, aunque pudo finalmente exiliarse a México. La película se terminó en 1939 y se estrenó en diciembre de ese mismo año, eliminándose su nombre de los títulos de crédito.

Luis Alcoriza se exilió con su familia de cómicos ambulantes a México donde trabajará como actor y guionista, especialmente con Luis Buñuel. Carlos Velo, director junto a Fernando G. Mantilla de los cortometrajes Almadrabas (1934) o Infinitos (1935), huyó a Francia y a México, donde continuaría su carrera como guionista y director, con obras de gran significación como Raíces (que firmaría Benito Alazraki) o Torero (1956) considerada como una de las mejores películas del mundo taurino. Antonio Momplet tuvo que marchar en 1937 a Argentina y más tarde a México donde rodaría numerosos títulos; en 1952 volvería a España para rodar La hija del mar. José Díaz Morales volvió en 1948 para rodar El capitán de Loyola. También en 1948 regresaría Francisco Elías exiliado igualmente a México en 1939, si bien hasta 1954 no rodaría en nuestro país la que sería su última película, Marta.

La presencia de españoles fue tan numerosa en aquellas producciones que llegaron a realizar auténticas películas de exiliados como recuerda Román Gubern en Cine Español en el exilio (Lumen, 1976): en Argentina La dama duende (Luis Saslawsky, 1945) y en México La Barraca (Roberto Gavaldón, 1944). Hasta Jorge Negrete tuvo que intervenir para poner límites.

Algunos títulos actuales:

En San Sebastián 2002 se presentó el documental Galíndez de Ana Díez, basado en el dirigente peneuvista que tras luchar a favor de la República huyó a la República Dominicana, desapareciendo en 1956 en los EE.UU cuando actuaba como representante del Gobierno Vasco en el exilio. Gerardo Herrero acaba de rodar El misterio Galíndez basado en este mismo personaje. En Historia de un beso (2001), la última película de Garci, es un joven escritor exiliado en Francia el que regresa a su localidad natal para asistir al entierro de su tío. Un planteamiento en cierto modo similar al de la oscarizada Volver a empezar (1982) donde era un Nobel de Literatura el que regresaba a su Gijón natal tras cuarenta años de exilio. Esta combinación de exilio y literatura volvemos a encontrarla en Las huellas borradas (1998) de Enrique Gabriel donde su protagonista es también un escritor que ha vivido treinta años en la Argentina.

El exilio de los niños ha sido recientemente recogido en dos documentales Los niños de Rusia (2001) de Jaime Camino y Niños (2002) de José-Luis Peñafuerte, este último de producción belga, y ambos presentados en las últimas Semincis.

Dos nombres:

Rafael Alberti: Exiliado en marzo de 1939, marchó con el puño cerrado y regresó en abril de 1977 volviendo con la mano abierta. En 1962 Basilio Martín Patino rodó para el NO-DO un cortometraje documental titulado Imágenes y versos a la Navidad donde utilizaba poemas de exiliados como Rafael Alberti o Juan Ramón Jiménez. En 1964 es Angelino Fons el que rueda Garabatos, un cortometraje donde utiliza dos poemas de Rafael Alberti: El ángel de los números y Los ángeles colegiales.

Luis Buñuel: En 1960 volvió a España para rodar una película que un experto crítico de seudónimo Andrade definió como de chistes baturros: Viridiana. A pesar del escándalo que se montó en torno a esta película, Buñuel regresaría a España en 1970 para rodar Tristana, que se estrenaría en marzo de ese mismo año, estando Viridiana prohibida por sacrílega. El estreno de Viridiana no se produciría hasta el 9 de abril de 1977, el mismo día en que fue legalizado el P.C.E.