LA CASA (1974)

Ficha técnica: Género: Ficción-científica. Director: Angelino Fons. Coproducción España-Italia. Farbe C.C. (Madrid) y Prestano Cinematográfica S.R.L. (Roma). Productor ejecutivo: Diego Gómez Sempere. Argumento y diálogos: Pgarcía. Guión: Pgarcía y Angelino Fons. Fotografía: Claudio Racca. Montador: Pablo G. del Amo. Música: Enrico Simonetti. Decorados y ambientación: Elio Micheli y José Antonio de la Guerra. Estudios Ballesteros, Madrid. Duración: 100 minutos. Estreno comercial: 14 de junio de 1976 en el Alcalá Palace.

Ficha artística: Carlos Estrada (Paul Jefferson). José María Prada (Clo Randall). Antonio Cantafora (David). Helga Liné (Pamela). Franca Gonella (Helen). Magda Konopka

Sinopsis: Un grupo de seis personas se ha reunido para cenar en casa de uno de ellos. Al finalizar la cena deciden quedarse a pasar allí la noche; pronto descubrirán que las cosas no son lo que parecen y no podrán abandonar la casa. La tensión entre ellos irá creciendo hasta descubrir la trágica verdad que les rodea.

Biografía: Angelino Fons Fernández nace en Madrid el 6 de marzo de 1936 aunque su infancia y adolescencia transcurren, por razones familiares, en Orihuela y Murcia. En 1956 se traslada a Madrid e ingresa, dos años después, en el I.I.E.C. en la especialidad de dirección, diplomándose en 1963 con "A este lado del muro". Durante sus años en el I.I.E.C. inicia distintas colaboraciones en películas de Carlos Saura, Marco Ferreri e Isidoro Martínez-Ferry. Tras diplomarse dirige el cortometraje "Garabatos" (1964), colabora en varios guiones, escribiendo, junto a Carlos Saura, tres de las películas más significativas del cine español: "La caza" (1965), "Peppermint frappè" (1966) y "Stress es tres, tres" (1967). En 1966 rueda su aclamada ópera prima "La busca" que se inscribe en el llamado "Nuevo Cine Español" y que se estrena en 1967 con buena aceptación de crítica. Tras su exitoso debut inicia, primero bajo producción de José Frade y luego de Emiliano Piedra, una serie de rodajes más comerciales que le alejan de postulados de cine de "autor" pero que le asientan dentro de la industria cinematográfica. "Cantando a la vida" (1968) con Massiel es su segunda película. Realiza varias adaptaciones cinematográficas de textos de Galdós: "Fortunata y Jacinta" (1969) y "Marianela" (1972). Es en la década de los setenta donde se localiza el grueso de su producción cinematográfica con un total de ocho largometrajes: "La primera entrega" (1971), "Marianela" (1972), "Mi hijo no es lo que parece" (1973), "Separación matrimonial" (1973), "La casa" (1974), "De profesión polígamo" (1975), "Emilia, parada y fonda" (1976) y "Esposa y amante" (1977). A principios de los ochenta realiza sus dos últimas películas: "Mar brava" (1982) y "El Cid Cabreador" (1983). Entre 1982 y 1991 dirige para Televisión Española seis capítulos para series como "Las pícaras", "La huella del crimen", "Vivir cada día", "Crónicas urbanas" y "El marco de la fama". En enero de 2005 recibe el Premio Homenaje de ADIRCE a toda una carrera cinematográfica.

Extracto del libro "Conversaciones con Angelino Fons. La necesidad de la memoria" (Ernesto J. Pastor, Primavera Cinematográfica de Lorca y Universidad de Murcia, 2005):

.- En 1974 realizas una película extrañísima titulada La casa, apenas conocida y que podríamos enmarcar dentro del género de thriller psicológico en un marco de ficción científica ¿cómo surgió este peculiar proyecto?

Después de salir como pude de las lentejuelas y las plumas de marabú de mi película anterior, me catapultaron al espacio y estuve dando vueltas y vueltas alrededor de la Tierra, pero casi nadie se enteró porque la película La casa tuvo dificultades tanto en el rodaje como en su distribución y debieron de ser muy pocos los espectadores que la vieron; fue la época en que pusieron en órbita la primera casa espacial.

.- El desconocimiento que existe sobre esta película me parece casi total como demuestra los extraños argumentos que he leído sobre la misma. El guión lo firmabas junto a Pgarcía, redactor de la célebre revista de La Codorniz.

Pgarcía era efectivamente un humorista no gráfico que escribía en varias revistas de actualidad y lo que hacía se emparentaba algo con las greguerías de Ramón Gómez de la Serna y lo que actualmente escribe Fernando Arrabal en el diario El Mundo, acaso menos intelectuales y ácidas y algo más comprensibles que las del dramaturgo de Melilla. En la actualidad no sé nada de él, si continúa en el mundo del humor y las letras o si da vueltas a la Tierra como yo lo hice a causa del guión. Mi relación con él se limitó tan solo a la colaboración en este proyecto.

.- El elenco de actores de La casa me parece de primera línea especialmente con Carlos Estrada y José María Prada.

No todos eran de primera línea, sobre todo por parte italiana, que eran desconocidos, menos Magda Konopka que se la conocía más que como actriz, que no lo era, por las revistas del corazón, creo que se hacía pasar por una aristócrata del este. La otra actriz italiana, Franca Gonella, era una relación erótico-sentimental del productor por parte italiana y el galán, Antonio Cantafora, era pasable. Sin duda era mucho mejor el grupo de actores, digamos, españoles, desde la alemana Helga Liné pasando por el argentino Carlos Estrada y terminando por el estupendo José María Prada, con el que ya había trabajado en La busca (1966).

.- Encuentro muchas similitudes con El ángel exterminador (Luis Buñuel, 1962) o con La caza (Carlos Saura, 1965) hasta fonéticamente suena casi igual: un grupo reducido de personas, encerradas en un espacio muy delimitado y con viejos rencores que terminan por desencadenar la tragedia ¿eras consciente de estas semejanzas?

El enfrentamiento trágico y agobiante entre personajes se puede dar en ambientes abiertos; en La caza por ejemplo, la sequedad y el calor son los elementos que hacen despertar las pasiones, o en lugares cerrados como el típico ejemplo de la obra de Jean Paul Sartre A puerta cerrada. Todos están encerrados pero en diferentes ambientes. La casa participa en cierto modo de ambas localizaciones, es un espacio bastante amplio y variado, no como el drama del escritor francés y no es un paisaje inhóspito cuyos horizontes ahogan, como en el caso de La caza.

.- Cuándo descubres que están encerrados dentro de una nave espacial, la sorpresa es total, es algo tan impensable que no resulta creíble ¿no te parecía demasiado arriesgado?

Por supuesto que toda la ciencia-ficción casi nunca resulta creíble y por lo tanto siempre es un riesgo. Si el espectador está dispuesto a creerse que el indio de Palenque es un astronauta, que las pistas de Nazca eran utilizadas por naves extraterrestres y que el carro de fuego del profeta Elías era un módulo espacial, este tipo de historias serán creíbles para él y disfrutará con ellas. El riesgo está en si la producción estará a la altura de estos temas. Y te vuelvo a hablar de Tim Burton y su película Ed Wood donde envuelve el cuello de Martin Landau versus Drácula versus Bela Lugosi con un enorme tentáculo artificial de pulpo y el propio actor tiene que moverlo con sus manos para que parezca que el pulpo está vivo. Las maquetas, los efectos especiales y todo tipo de trucos son esenciales en estos films. Ahora con los ordenadores, el digital, la imagen virtual, se ha superado todo. Yo tuve buenos colaboradores, pero eran otros tiempos.

.- Volvemos al tema de las bombas atómicas y el terror nuclear, incluso comienzas la película con una voz en off que relata el genocidio de Hiroshima y Nagasaki. Muchos son los títulos que en estos años trataban esta temática: El último hombre vivo (Boris Sagal, 1971) o la magnífica Punto límite (Sidney Lumet, 1964).

Ya había utilizado el tema de la amenaza nuclear anteriormente, en el corto Garabatos (1964) y en Cantando a la vida (1968) aunque en La casa es el desencadenante de la situación dramática. En la actualidad estamos viviendo esa alarma nuclear y es una temática que se plantea con frecuencia en la pantalla. Los títulos de crédito del film van sobre explosiones nucleares y les acompaña una excelente música de Enrico Simonetti, muy acorde con la posible destrucción de nuestro mundo dentro del universo. Yo estuve en la grabación que se hizo en Roma y gran parte de la partitura se realizó con un grupo formado por el hijo de Simonetti y otros compañeros y contemplando las imágenes del film, de tal manera que les permitía improvisar dentro del tema ya previsto. Destaca la potencia de la improvisación musical y la frescura de un conjunto joven y lleno de vitalidad. La música italiana es casi siempre la mejor aportación en las coproducciones.

.- Totalmente de acuerdo en que la música de Enrico Simonetti logra crear ese clima de desasosiego que envuelve la película; también sorprenden positivamente los decorados que son de una gran modernidad y que deliberadamente contrapones con las pinturas que se ven como El triunfo de la muerte de Pieter Bruegel el viejo ¿qué finalidad buscabas con esta confrontación temporal?

Los decorados los realizó Juan Antonio de la Guerra al que muchos llamábamos Guerrita. Estaba entonces de actualidad el lanzamiento del primer laboratorio espacial, el famoso skylab y el guión surgió por este acontecimiento, pero convirtiendo al reducido laboratorio en una vivienda amplia y cómoda, en una casa casi inteligente. Los decorados de Guerrita eran estéticamente muy bellos y de gran eficacia práctica para el rodaje, pero a mí me faltaba algo en aquel espacio, la presencia del tiempo y la destrucción entre todos aquellos elementos de ciencia-ficción, y elegí el genial lienzo de Bruegel que mencionas. Ya conocemos la superstición generalizada del año 1000 donde se esperaba el fin del mundo, como ocurrió de muy distinta manera en el año 2000 y la pintura flamenca unificaba, en cierta manera, ambos milenios. Por supuesto en la decoración colaboraron expertos en efectos especiales y maquetistas que realizaron un buen trabajo, siempre dentro de las posibilidades que teníamos en nuestro país en los años setenta.