BERNARDO BERTOLUCCI
La Intimidad y la Historia
Hubo un tiempo en que el cine italiano tenía cosas que decir. Un tiempo en que
irrepetibles cineastas, auténticos creadores, desgarraban su alma para
mostrarnos la vida en toda su desnudez. Verdaderos autores que utilizaban la
cámara como microscopio de las muchas debilidades y fortalezas del hombre. Un
tiempo en que el cine era un arte y artistas como Rossellini, Fellini, Visconti,
De Sica, Antonioni..., se convertían en antropólogos, en psicólogos, en
filósofos de las "voces humanas" en expresión de Cocteau. Cada uno en su estilo,
con más o menos didactismo, sentimentalismo, comicidad, angustia, ironía, pero
todos ellos mostrándonos la totalidad de la vida a través de un solo fragmento.
A tan añorado grupo pronto se uniría un joven nacido el 16 de marzo de 1941 en
las proximidades de Parma, Bernardo Bertolucci. Su padre, Attilio Bertolucci
(1911-2000) había publicado en 1929 y a la edad de dieciocho años, su primer
libro de poesía Sirio. Las inquietudes intelectuales de Attilio Bertolucci le
llevarán a colaborar en distintos periódicos, convirtiéndose en editor y crítico
cinematográfico de la "Gazzetta di Parma". Con semejante referente, y más allá
de posteriores interpretaciones freudianas (la muerte del padre-héroe en La
estrategia de la araña, la muerte del fascista Attila en Novecento) no resulta
extraño entender la precocidad que Bertolucci mostrará, desde la infancia, por
todo lo inherente a la cultura. Con su padre acudirá a las sesiones de cine en
Parma, leerá poesía, hablará de literatura, de pintura,.... En 1953, el mismo
año en que Rossellini rueda Viaggio in Italia, Bertolucci se traslada con su
familia a Roma. Es su padre quien le regala una pequeña cámara de 16 mm. con la
que rueda, a los quince años y de forma amateur, dos pequeños cortometrajes
tristemente desaparecidos. Bertolucci comentaba que fueron una especie de
iniciación “era la época en que todavía me expresaba con las palabras que
pertenecían a mi padre, y por lo tanto permanecía dentro de esos límites,
pacíficamente, sin moverme”. La teleferica la rodó durante el verano de 1955 en
los Bosques de Casarola, en los Apeninos. Se trataba de un cortometraje de diez
minutos que tenía a tres niños como protagonistas: su hermano Giuseppe de nueve
años y dos primas más pequeñas. Después de almorzar, a la hora de la siesta y
mientras los adultos duermen, los tres niños salen a la busca de un teleférico
que Giuseppe recordaba haber visto años atrás. "Lo buscan pero no lo encuentran
y, a pesar de ser niños, exploran el pasado". Los tres niños buscarán ese
objeto elevándolo a la categoría de mito, pero lo buscan hacia arriba, mirando
las copas de los castaños, cuando en realidad, de aquel teleférico que sí
existió, sólo quedan los cables que se confunden en el suelo con la tierra y la
hierba. A pesar de su juventud, Bertolucci nos muestra una de las inquietudes
que estarán presentes en toda su filmografía: la memoria.
En el invierno de 1956 y con la misma cámara, rueda en Parma Morte di un maiale,
donde narra la historia de un niño que, de camino al colegio, se esconde en una
zanja para observar el rito de la matanza de un cerdo. "Era una especie de
cinema-verité, un film sobre la nieve, sobre la sangre del cerdo que caía sobre
la nieve, al alba los campesinos lo sostenían sobre tres palos en forma de
horca; era una cosa simple, formalmente graciosa, que me gustaba bastante".
Aquí nos encontramos con el otro gran tema de la obra de Bertolucci: la muerte.
La memoria y la muerte, y por ende, el tiempo y el olvido, serán piezas
angulares en obras claves de la filmografía por venir, como en La estrategia de
la araña (1970), El conformista (1970) o
Novecento (1976).
El neorrealismo, definido por Rossellini como “una aproximación moral que se
convierte en un hecho estético”, marcará todo el cine italiano de los años
cincuenta. La barbarie de la guerra iba quedando atrás y la sociedad italiana
necesitaba de una cierta dulcificación de la amargura. La comedia italiana, de
gran aceptación popular, y el llamado neorrealismo rosa, reflejarán, de forma
mucho más sutil, una crítica social inherente al desigual desarrollo económico
que Italia vive en estos años y que generará una cierta actualización de las
miserias retratadas por el neorrealismo más puro (véase Rufufú, 1958 o
Rocco y
sus hermanos, 1960).
En 1959,con dieciocho años, Bertolucci marcha a París en compañía de un primo de
la misma edad. Allí, en la Cinematheque Francaise (“sólo los franceses tienen la
Cinemateca en un palacio” se dirá en Soñadores) vivirá la eclosión de los
cineastas de la nouvelle vague; es el año de Los cuatrocientos golpes de
Truffaut, de Al final de la escapada de Godard, de
Hiroshima mi amor de Alain
Resnais,... Auténticas cargas de profundidad contra la ortodoxia del cine
academicista que Bertolucci vive en primera fila.
De vuelta a Italia iniciará su carrera cinematográfica como ayudante de
dirección en la ópera prima de Pier Paolo Pasolini, Accattone
(1961). Pasolini era un conocido poeta y novelista en el panorama cultural italiano, además de
amigo y vecino de la familia Bertolucci. Accattone suponía, en cierto modo, una
vuelta a la temática tratada en el neorrealismo de posguerra, con los "ragazzi
di vita" o jóvenes que vivían en los barrios marginales, en las "malas calles",
y cuyos rostros parecían escapados de cuadros de Caravaggio. De la conducta
moral que regía la vida del personaje de Antonio Ricci en Ladrón de bicicletas
(Vittorio de Sica, 1948) llegábamos, trece años después, a la trágica amoralidad
de Vittorio Cataldi en Accattone .
Antonio Cervi, productor de
Accattone, había comprado a Pasolini un esbozo de
guión titulado La commare secca (así se llama a la muerte en el argot romano)
con la idea de que éste escribiese el guión y rodara la película. Sin embargo,
Pasolini ya estaba volcado con su siguiente trabajo Mamma Roma y recomendó a
Cervi que Bertolucci y Sergio Citti escribieran el guión, lo que hicieron "a la
manera" de Pasolini. Para sorpresa de Bertolucci, Cervi
le encomendó
posteriormente la tarea de dirigirla. De esta manera, y a los 21 años de edad,
Bertolucci rodaba, en 1962 y de forma un tanto forzada, su primera película. Una
película passoliana dirigida por un burgués neófito, que consciente de su
dependencia edípica, trató, sin conseguirlo, de marcar distancia. Este mismo año
Bertolucci gana el Premio "Viareggio Opera prima" por su libro "In cerca del
mistero". A partir de este momento su sensibilidad se expresará a través del
cine.
Es en 1964 cuando rueda la que podemos considerar como su auténtica ópera prima,
Antes de la revolución, en la que invirtió tres años de escritura del guión y
para la que a punto estuvo de no encontrar productor. Su fracaso comercial le
sumirá en un periodo de relativa sequía, no volviendo a rodar otro largometraje
hasta Partner (1968). Cuatro años de “masoquismo”, en los que Bertolucci no
hacía más que “pensar en películas que luego no podría realizar” (I porci,
Infinito futuro, Natura contro natura). A pesar de su sequía cinematográfica,
Bertolucci, formaba ya parte de una cierta élite intelectual que le llevó a ser
uno de los firmantes de un Manifiesto, hecho público en Roma en 1965, junto a
nombres como Rossellini, Gianni Amico, Adriano Aprà, Gian Vittorio Baldi,
Tinto Brass y Vittorio Cottafavi. Un texto que consideraba al hombre perdido en la
niebla de la angustia moderna (puro existencialismo) y trataba de resituarlo en
un nuevo horizonte .
Entre 1965 y 1966 rueda para la RAI y para la Compañía italiana ENI (Ente
Nazionale Idrocarburi) una película documental en tres episodios titulada La vía
del petróleo. Bertolucci declararía: “…yo no soy un documentalista… sin embargo,
he hecho directamente un documental, un reportaje y, cuando lo pienso de nuevo
ahora, me parece que es una película muy mal hecha; pero no la he vuelto a ver
desde entonces. Es cierto que, cuando la hice, intentaba por todos los medios
alejarme del documental; me interesaba, por ejemplo, el lado pionero de los
perforadores, o el lado anarcoindividualista de los pilotos de helicópteros:
intentaba proponer cierta tensión narrativa”. En el primer episodio, Le origini,
nos muestra la contradicción de un Irán arcaico, con gentes harapientas por las
calles y en donde la riqueza que el petróleo está generando sólo está al alcance
de muy pocos. En la segunda parte, Il viaggio, vemos cómo los grandes barcos
petroleros atraviesan el Canal de Suez, llegando, uno de ellos, hasta Génova. En
el tercer y último episodio, Attraverso L´Europa, Bertolucci introduce la
novedad de un personaje de ficción, Mario, un periodista latinoamericano que
escribe un reportaje sobre el oleoducto que desde Génova atraviesa los Alpes
hasta las refinerías de Centroeuropa. Il viaggio daría pie a un cortometraje de
doce minutos, con fotografía en color, titulado Il canale centrado en el Canal
de Suez que era, por aquellos años, fuente de gravísimos conflictos entre Egipto
e Israel. Parece ser que este cortometraje no llegó a terminarse.
En 1967 Bertolucci rueda Il fico infruttuoso (La higuera estéril) un
cortometraje para Vangelo´70, película de episodios basados en parábolas o
fragmentos de los Evangelios y cuya idea inicial había partido de los
periodistas Puccio Pucci y Piero Badalassi. Pasolini rodaría, para esta misma
película Il fico inocente (La higuera inocente).
Vangelo´70 no se concluyó en la
forma prevista, y los cortometrajes de Bertolucci, Pasolini y Carlo Lizzani, se
incorporaron, cambiando sus títulos, a la película colectiva Amor y rabia, una
coproducción italo-francesa de cinco episodios dirigidos, en orden de
exhibición, por Lizzani (La indiferencia), Bertolucci
(Agonía), Pasolini (La
secuencia de la flor de papel), Godard (El amor) y
Marco Bellocchio (Discutamos,
discutamos). Bertolucci rueda su episodio con la compañía de teatro
estadounidense "Living Theatre", de gira por Europa y con la que se encerró en
un plató de Cinecittá durante doce días. Durante veintiocho minutos asistimos a
un extraño ejercicio de improvisación teatral (gritos, chillidos,
gesticulaciones, canturreos,...) alrededor de un hombre de edad avanzada que
agoniza en una gran habitación de paredes y puertas blancas. Cuando el hombre
muere descubrimos con sorpresa que se trata de un alto representante de la
Iglesia (¿quizás un cardenal?). La esterilidad parece asociarse simbólicamente a
una Iglesia Católica que se nos presenta impasible, hiératica, que vuelve la
espalda a una juventud con la que no puede comunicarse y que igualmente agoniza
y muere.
Bertolucci reconoce que en estos años se encontraba perdido, había “reflexionado
demasiado sobre el cine (reflexionado mal, claro) sin encontrar una solución”.
Colaboró en varios guiones entre los que destacaba Ricordati di Abilene que dará
origen a la película de Sergio Leone, Hasta que llegó su hora
(1968). Si La commare secca (1962) la había realizado a la sombra de
Pasolini, la
esquizofrénica Partner (1968) la dirige a la sombra de su admirado
Godard en un
ejercicio de absurdo onanismo. No será hasta sus siguientes películas La
estrategia de la araña (1970), El conformista (1970) y
El último tango en Paris
(1972) cuando empieza realmente a definir un cine propio, profundamente terapeútico, psicoanalítico, donde la familia, el sexo, los fascistas, los
campesinos, se insertan en un devenir histórico que, en ocasiones, les es ajeno,
y cuyo máximo exponente llegará con Novecento. La gran obra marxista de
Bertolucci se rodó entre 1974 y 1975, y se estrenó en 1976, respondiendo al
"compromiso histórico" promulgado por el dirigente comunista Enrico Berlinguer,
y que se escenifica a través del extraño "compromiso" que mantienen los
personajes de Olmo y Alfredo. Novecento se erigió como un híbrido que se servía
de la ficción hollywoodiense y del realismo socialista soviético para
escenificar la lucha de clases entre 1901 y 1945, lo que le valió no pocas
críticas, especialmente del propio Partido Comunista Italiano (PCI).
El panorama político italiano, desde las elecciones de abril de 1948, había sido
siempre tremendamente confuso. Las crisis gubernamentales se sucedían con gran
rapidez, derivadas, en gran medida, por la inoperante fragmentación de la
izquierda y por las divisiones internas de la Democracia Cristiana, el partido
mayoritario desde 1948. No es extraño que Bertolucci acariciase siempre la
posibilidad de dar continuidad a Novecento para abarcar un periodo tan convulso,
ennegrecido aún más con la aparición de grupos terroristas como las Brigadas
Rojas y los neofascistas, las implicaciones de la Mafia en política, la logia
masónica P-2, el grupo "Gladio".... Su compromiso político le llevará a rodar en
1971, La salute é malata o I poveri muorono prima, que se utilizará como
propaganda electoral del PCI en las elecciones municipales de ese año. Un
documental "más bien feo" de 16 mm., en blanco y negro, centrado en las penosas
condiciones higiénicas de Roma, con una periferia sumida en la miseria y con
hospitales atestados de enfermos por los pasillos. Durante las elecciones la
película se exhibía en la calle, sobre las paredes, colocando el proyector
encima del capó de un automóvil.
En 1977 Bertolucci participa junto a otros directores y con producción de la
Federazione Giovanile Comunista Italiana, en el vídeo de sesenta minutos
dedicado a Pier Paolo Pasolini, Il silenzio é complicità. El recuerdo del
"profeta" Pasolini le llevará a rodar una secuencia de homenaje, finalmente
suprimida, en su siguiente largometraje, La luna (1979), una película
profundamente marcada por la ausencia del padre. Dos años después dirigirá
La
historia de un hombre ridículo (1981) y que él mismo definió como más próxima al
cine negro y que, en cierta manera, parecía una continuación de Novecento.
Enrico Berlinguer muere en 1984, su último mítin, su muerte y su entierro serán
recogidos en un documental, firmado por cuarenta cineastas, entre ellos
Bertolucci, titulado L´addio a Enrico Berlinguer. Este mismo año
Bertolucci abandona una Italia que dice no entender y marcha a la búsqueda de culturas
ajenas, exóticas, al igual que muchos años antes hicieron otros directores como
Rossellini o Pasolini. Es en estos años de incomprendido exilio creativo cuando
rueda grandes producciones como El último Emperador (1987), El cielo protector
(1990) y El pequeño Buda (1993). El cineasta siempre declaró que se sentía
culpable por rodar películas en África, en China, en la India, al no encontrar
la inspiración necesaria en una realidad italiana que asociaba con la corrupción
y el cinismo. El rodaje de El último Emperador le lleva a realizar un pequeño
trabajo de diez minutos, Cartolina dalla Cina, donde recoge algunos aspectos de
su rodaje.
En 1989 Bertolucci rueda un cortometraje de promoción de la ciudad de Bolonia,
que firma junto a su hermano Giuseppe. En Bologna retrata a un grupo de niños
que juegan al escondite, simple excusa que utiliza para mostrarnos los rincones
más monumentales de la ciudad, aunque al final, Bertolucci, vuelve a sus
postulados más políticos, cuando una banda de música interpreta en una gran
plaza "La Internacional" , lo que parece unirse a los giros políticos que vivirá
Italia en la década de los noventa ("El Olivo", gobierno presidido por un
ex-comunista, el proceso judicial "manos limpias") cambios que parecen
reconciliar al cineasta con su país. Pronto abandonará los grandilocuentes
sueños orientales para regalarnos tres impagables títulos: Belleza robada
(1996), Asediada (1998) y Soñadores (2003). Tres pequeñas joyas que nos
devuelven al mejor cineasta: el de las distancias cortas.
Un año antes de su último largometraje, Bertolucci participa de nuevo en un film
colectivo, Ten minutes older, junto a otros catorce directores. Quince
cortometrajes, rodados con absoluta libertad creativa, de diez minutos cada uno
y con el tiempo como elemento rector de la historia. Los trabajos se dividieron
en dos películas: The trumpet y The cello, dependiendo de cuál fuera el elemento
(trompeta o violonchelo) predominante en la banda sonora. Bertolucci rueda
Histoire d´eaux que se incluye en The cello. De la parábola cristiana de la
higuera estéril que dio origen a Agonía, pasamos a la parábola hindú centrada en
la historia de un maestro espiritual y de su discípulo Narada. Bertolucci
recupera los ambientes orientales para narrarnos una bella historia donde el
tiempo "no ocupa tiempo en una historia" y en donde todas las vidas se diluyen
como el agua en el río.
Fichas Técnicas de cortometrajes y documentales:
.- La teleferica (1955). Cortometraje. Dirección: Bernardo Bertolucci.
Intérpretes: Giuseppe Bertolucci. Duración: 10 m.
.- Morte di un maiale (1956). Cortometraje. Dirección: Bernardo Bertolucci.
.- La via del petrolio (1965-1966). Dirección, argumento, guión y comentario:
Bernardo Bertolucci. Asesoramiento: Alberto Ronchey. Fotografía: Ugo Piccone
(episodios I y II), Louis Saldanha y Giorgio Pelloni (episodio III), Maurizio
Salvadori (episodio II), 16 mm. (By N). Montaje: Roberto Perpignani. Música:
Egisto Macchi. Comentario leídos por Nino Castelnuovo, Mario Feliciani, Giulio
Bosetti, Nino dal Fabbro y Roberto Cucciola. Interpretación del III episodio:
Mario Trejo. Producción: R.A.I.-TV / E.N.I. Productor: Giorgio Patara. Director
de producción: Giovanni Bertolucci. Episodio I: Le origini (40 min.), episodio
II: Il viaggio (45 min.), episodio III: Attraverso L´Europa (45 min.).
.- Il canale (1966). Cortometraje. Dirección y guión: Bernardo Bertolucci.
Producción: Giorgio Patara. Fotografía en color: Ugo Piccone y Maurizio
Salvatori. Música: Egisto Macchi. Montaje: Roberto Perpignani. Duración 12m.
Realizado a partir del II episodio de La via del petrolio.
.- Agonía (1967). Cortometraje. Segundo episodio del film colectivo Amor y
rabia. Dirección: Bernardo Bertolucci. Argumento: Piero Basalassi y Puccio Pucci,
a partir de la parábola de la higuera estéril. Guión: Bernardo Bertolucci.
Fotografía: Ugo Piccone (Technicolor y Techniscope). Dirección artística: Mimmo
Scavia. Música: Giovanni Fusco. Montaje: Roberto Perpignani. Actores y
personajes: Julian Beck (el anciano), Milena Vukotic (la enfermera), Adriano
Aprà (clérigo), Giulio Cesare Castello, Romano Costa y miembros del "Living
Theatre". Producción: Castoro Film (Roma) y Anouchka Film (París). Productor:
Carlo Lizzani. Nacionalidad: Italia-Francia. 28 minutos.
.- La salute é malata o I poveri muorono prima (1971). Documental. Dirección y
guión: Bernardo Bertolucci. Producción: Unitelefilm. Fotografía: Elio Bisignani,
Renato Tafuri. Montaje: Franco Arcalli. Formato: 16 mm. Italia. 35m.
.- Il silenzio é complicitá (1977). Documental colectivo producido por la
Federación Juvenil Comunista. Dirección: Bernardo Bertolucci, Marco Bellocchio,
Mario Monicelli, Mauricio Ponzi, Ettore Scola, Franco Arcalli, Sergio Citti,
Laura Betti y Dacia Maraini. 60m. Italia.
.- L´addio a Enrico Berlinguer (1984). Documental. Dirección Bernardo Bertolucci
y 39 realizadores más. Producción: Unitelefilm. Dirección de producción: Loretta
Bernabei. Selección de montaje: Ugo Gregoretti. Selección musical: Luigi
Pestalozza. Italia. 91m.
.- Cartolina dalla Cina (1985). Documental. Dirección y guión: Bernardo Bertolucci. Montaje: Gabriella Cristiani. Italia. 10 m.
.- Bologna (1989). Cortometraje. Dirección: Bernardo Bertolucci y Giuseppe
Bertolucci. Producción: Instituto. Fotografía: Fabio Cianchetti. Montaje:
Fiorella Giovannelli. Ayudante de dirección: Maria Iliou. Música: Nicola Piovano.
Italia. 11m
.- Histoire d´eaux (2002). Cortometraje de la película colectiva dividida en dos
partes Ten minutes older (The trumpet-The cello). Directores de The cello:
Bernardo Bertolucci, Jirí Menzel, Mike Figgis, István Szabó, Claire Denis,
Volker Schlöndorff, Michael Radford y Jean-Luc Godard. Dirección ejecutiva:
Ulrich Felsberg. Producida por Road Movies Filmproduktion. Productores: Ulrich
Felsberg, Nicolas McClintock y Nigel Thomas. Música: Paul Englishby. Alemania.
106m.
Bibliografía:
.- "Bernardo Bertolucci". Francesco Casetti. Ed. La Nuova Italia. Florencia,
1975.
.- “Bernardo Bertolucci”. José Enrique Monterde y Esteve Riambau. Ediciones JC.
Madrid. 1980.
.- “Bertolucci por Bertolucci. Entrevistas con Enzo Ungari y Donald Ranvaud".
Editorial Plot. Madrid. 1987.
.- "El cine italiano de los años sesenta". Lino Micchiché. Bilbao. Festival
Internacional de Cine Documental y Cortometraje. 1989.
.- “El cine italiano 1942-1961. Del neorrealismo a la modernidad”. Ángel
Quintana. Paidós. 1997.
.- “Bernardo Bertolucci. El cine como razón de vivir”. Edición de Carlos F.
Heredero. Festival de San Sebastián, 2000.