Discurso íntegro de Martin Scorsese
al recoger, el 19 de octubre de 2018
el Premio Princesa de Asturias
de las Artes en Oviedo (España)
"Majestades, Distinguidos
galardonados, Señoras y señores.
Gracias por este gran
honor.
Siento en este
instante humildad y sobrecogimiento. Sé que es costumbre expresar tales
emociones en estas circunstancias, pero créanme, siento humildad y
sobrecogimiento. Especialmente por estar en compañía de los demás galardonados
y, por supuesto, en compañía de los premiados anteriores. Y por pisar la tierra
que nos dio a Cervantes, Goya, Unamuno, Picasso, Lorca y Luis Buñuel, uno de los más grandes
artistas de la historia del cine. ¿Cómo podría no sentirme así?
Este es un honor para
el cine. Por tanto, acepto este premio en nombre del cine y con gran
agradecimiento y gratitud hacia todos los artistas que me precedieron e
hicieron posible el trabajo que yo he hecho. Porque no hay ni una sola película
ni un solo cineasta que existan de forma aislada. Todos hemos estado inmerso en
esta gran conversación continua, interrogándonos, respondiendo unos a otros y
provocándonos mutuamente con nuestro trabajo a lo largo de distancias extraordinarias
no solo en el espacio sino también en el tiempo.
Lo notable del cine
para mí es que siempre es el presente. Siempre es el ahora. Para mí, las
películas de Buñuel
están más vivas y son más actuales que el último mensaje de texto que recibes,
si sabes cómo utilizar un teléfono móvil. Peter
Bogdanovich ha dicho que no existe una película
antigua: es simplemente una película que no has visto.
Pero para mí lo más
emocionante de estos tiempos es cuando veo una película de un cineasta joven o novel
y me entusiasma o me veo transportado por lo que se llamaría un “gesto
cinematográfico” de su creación. Podría ser una yuxtaposición de un plano a
otro, podría ser una composición, podría ser un movimiento de cámara. Sé que me
entusiasma porque me doy cuenta que el cineasta se sintió impulsado a hacerlo
de ese modo. Tenían que contar esa historia particular con esas imágenes
particulares. Eso es lo más precioso e inspirador para mí, porque así fue en mi
caso: yo no podía descansar hasta que hice aquella película, de aquella manera.
De lo contrario, simplemente no tiene sentido.
No tenía mucho que ver
con el “negocio” del cine. Sí queríamos entrar en el negocio, pero casi
únicamente para obtener el dinero para hacer las películas. De hecho, nunca me
sentí un profesional, de veras. Sigo sin sentirme como tal.
Pero ahora, a los
jóvenes cineastas, ¡qué tiempos les toca! ¡Cuántas oportunidades tienen! Pueden
hacer una película con cualquier cosa. Todas las herramientas están ahí y son
asequibles. Puedes hacer una película usando una de esas cámaras de teléfonos
móviles. Cuando era más joven era bastante diferente. Lo mismo pasa con la
historia del cine. La mayor parte de la historia cinematográfica de todo el
mundo, de casi todas las décadas, es accesible en estos tiempos increíbles. No
fue así en la década de los 50 del siglo pasado.
Pero, a pesar de estas
oportunidades, estoy preocupado. Preocupado por el pasado del cine, sí, y muy
preocupado por su futuro.
Me doy cuenta de que,
en los aspectos prácticos de la sociedad, el arte es siempre tan frágil. Se
critica, se margina y a menudo se trata como si no fuera esencial para la vida.
Claro, esto se podría decir de todas las artes. Siempre hay alguien tratando de
poner el arte y al artista en su sitio. “Es un lujo. Es una diversión”. Pero el
arte resiste. Y cuando todo vuelve a su cauce, el arte sigue allí, todavía en
pie, todavía presente, al margen de las influencias y las modas populares. El
arte con mayúsculas funciona al margen de contexto. La obra se mantiene por sí
misma, sigue siendo el presente, y en última instancia, también la necesidad de
crear obra nueva en respuesta a eso.
Sin embargo, me
preocupa el ambiente, el clima que rodea al cine hoy en día. Por un lado,
tenemos ahora lo que siempre hemos tenido: el constante menosprecio y
marginación del cine. O bien es solo escapismo, o, si merece la pena, es solo
porque expone un problema, un mensaje.
Por otro lado,
dondequiera que mires hoy en día, las veinticuatro horas del día, las imágenes
en movimiento inundan nuestras vidas. Sé que el cine en sí está compuesto de
imágenes en movimiento, pero ahora el cine se ha convertido en sólo una
corriente dentro de un enorme torrente de imágenes en movimiento: los anuncios,
los episodios de una serie de TV, un video de gatos o perros, videos
didácticos, los reality shows, Lawrence de Arabia, reportajes y así sucesivamente. Todo se ha
convertido en lo que llaman ahora “contenido”, una palabra que realmente no me
gusta. Y el debate serio sobre el cine, el juicio crítico – particularmente en
mi país – se ha cortado de raíz.
Ahora que el cine se
está devaluando continuamente, y al mismo tiempo la tecnología permite que
cualquiera “haga una película”, ¿qué supone eso para los jóvenes? Es posible
que necesiten expresarse en una película, pero ¿qué tipo de inspiración
reciben? ¿Cuál será el resultado? ¿Se están erosionando los valores de nuestro
mundo de tal forma que no podemos estar seguros de si están inspirados por el
arte y por la verdad? ¿O simplemente por lo comercial? ¿A dónde van para
conseguir esa valiosa inspiración?
¿Quién apoya el arte y
a los artistas y, lo que es más importante, el impulso de crear arte que se
vale por sí solo? ¿Cómo cambiamos este clima venenoso que nos rodea por uno en
el que un joven artista pueda seguir la luz que lleva dentro, esa chispa, esa
alma… su duende?
Es de vital
importancia mantener el arte en un lugar de honor y estima en nuestra cultura.
Es aún más importante respetar la libertad de elección, pensamiento y acción
que conduce a la creación del arte. Y darles a los jóvenes la confianza y la
capacidad de trazar su propio camino en la vida para que sean capaces de no
dejarse llevar por todas las consignas y los ganchos comerciales; para que
puedan ver el camino que conduce a su propia luz interior. Y puede que eso
lleve a la creación de arte con mayúsculas.
Ahí es donde comienza
la verdadera lucha; la lucha por el espíritu. Como en el Don Quijote de Cervantes. Por supuesto, él luchó contra los molinos
de viento. Se ha dicho que los molinos de viento pueden haber representado la
tecnología de su época. Así que, para preservar el espíritu, luchó contra esa
tecnología. Y con esa imagen en mente, una de las grandes y duraderas imágenes
de nuestra civilización, podemos encontrar la manera de conquistar nuestra
propia tecnología para que los artistas puedan usar esa tecnología en lugar de
al contrario, donde la tecnología utiliza al artista.
Así que acepto este
premio en nombre de la libertad y la revelación: la libertad de encontrar la tranquilidad
y el enfoque para no dejarse llevar por todas esas categorías absurdas
actuales, o por los juicios triviales, los sistemas de calificación y los
pronunciamientos de moda, para poder llegar a ver todo el camino que conduce a
la revelación de lo que no se puede nombrar, sino solo sentir y –para aquellos
de nosotros que encontramos la gracia – expresar a través del arte.
Gracias".